La adaptación:
La adaptación es un proceso continuo, que
se va logrando en forma permanente: comienza con la adaptación ambiental
(escuela nueva, vestuarios, natatorio) para continuar en la vivencia acuática.
Ya en el agua, la percepción de
diferencias en el peso corporal, en el equilibrio, la visión, la audición, la
respiración, son causas permanentes de adaptación. Si se realizan
ejercitaciones adecuadas a la capacidad y necesidad del niño, aparece entonces
la habilidad acuática que permite la iniciación del nado formal.
La horizontalidad:
Cuando se habla de traslación acuática se
piensa en las posiciones hidrodinámicas del cuerpo.
En esta etapa del aprendizaje buscamos que
el niño logre la horizontalidad de su cuerpo, tanto en posición dorsal como
ventral. Ambas se fundamentarán en el equilibrio del cuerpo, incluyendo además
las múltiples posiciones que ofrece la actividad acuática.
Ya al llegar a los 5 años logra con éxito la flotación vertical
y la lateral, tanto en situación dinámica como estática.

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