En el año 1890, el capitán del ejército sueco y scout Enest Killander
puso la primera piedra de lo que es hoy el deporte de orientación. Killander se
dio cuenta que utilizando los mapas y la brújula como entrenamiento de sus
soldados para desplazarse por el bosque resultaba un método de instrucción
excepcional y lo más importante vio como la resolución de estos problemas les
dotaba de una personalidad y un carácter diferentes: seguridad en si mismos,
autocontrol en las situaciones difíciles y capacidad de decisión. Así tuvo
lugar la primera competición oficial por el club nórdico de Tjalve en 1897.
En 1977 es reconocida por el Comité Olímpico Internacional.
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